12 DE AGOSTO DE 2015

Jefa de Estado dicta conferencia en la Universidad Nacional de El Salvador y enfatiza los alcances de la reforma educacional en Chile

En la oportunidad, la Mandataria recibió el grado de Doctor Honoris Causa, destacando el rol de dicha casa de estudios al “ser el baluarte de una educación pública pluralista, igualitaria, crítica y reflexiva”.

En el auditorio de la Ciudad Universitaria de San Salvador, la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, ofreció esta mañana una conferencia magistral sobre “El Rol de la Educación Pública en el Desarrollo”, ocasión en que también fue distinguida con el grado Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de El Salvador.

“Agradezco sinceramente el honor que la universidad me brinda con este reconocimiento. Y lo acepto sobre todo como una distinción hacia el pueblo de Chile, hermanado con el pueblo de El Salvador de un modo profundo”, afirmó la Mandataria, Michelle Bachelet, durante su discurso, y resaltó que “detrás de este doctorado que hoy se me otorga, hay lazos históricos construidos especialmente en torno a la educación. Y ese es también el rol que cumple esta universidad que nos acoge: ser el baluarte de una educación pública pluralista, igualitaria, crítica y reflexiva”.

Durante su intervención, enfatizó que “la educación ha construido una historia de intercambios entre nuestros pueblos de más de 80 años. Una que se inicia en los años 30 del siglo pasado, cuando un puñado de jóvenes educadores de El Salvador se graduaron como profesores de Estado en el, entonces, Instituto Pedagógico de nuestra universidad pública, la Universidad de Chile, hoy Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación”.
Asimismo, explicó que fue importante la relevancia de este grupo de maestros salvadoreños, “porque desde allí surgieron algunas de las primeras propuestas de reforma educativa que conoció el país. De modo que aprovecho esta ocasión para rendir un homenaje a estos pioneros, los profesores Carlos Monterrosa, Celestino Castro, Luis Samuel Cáceres y Manuel Luis Escamilla”.

Del mismo modo, la Presidenta destacó los avance de América Latina en los últimos años y que “hace dos o tres décadas eran impensables. Nuestras democracias se han consolidado de una manera nunca antes vista. Hoy las elecciones y los regímenes pluripartidistas son la tónica y no la excepción. En términos económicos, vivimos hasta hace poco un ciclo de crecimiento que tampoco tiene muchos precedentes, asentado fundamentalmente en los altos precios de nuestros productos estrellas. Según cifras del Banco Mundial, en el período 2003-2012, se registraron tasas de más de 5% del PIB, muy por encima de los demás países emergentes y del G7”.

En este contexto, añadió que “esa mayor riqueza, junto a mejores políticas públicas ha permitido a amplios sectores de nuestros connacionales dejar atrás las formas más agudas de la pobreza: en los últimos diez años, más de 70 millones de latinoamericanos dejaron la pobreza y la clase media de la región alcanzó a más del 50% de la población. Ciertamente, no olvido que aún más de 130 millones de personas están atrapados en una pobreza muy resistente de disminuir. O que las nacientes clases medias viven una situación frágil, que genera enorme incertidumbre”.

No obstante, explicó la Presidenta, si bien América Latina “se ve mejor que ayer”, los avances abrieron puertas a nuevas tareas: “La primera de ellas, a mi juicio, es la enorme desigualdad que se esconde detrás de las buenas cifras que he señalado”.

En el marco de estas nuevas tareas, dijo, el sistema educativo debe cumplir con un doble objetivo. “Por un lado, ser un espacio de reflexión acerca de cómo estos desafíos pueden ser abordados, identificando y priorizando las necesidades más urgentes. Y por otro, responder a una exigencia específica de los latinoamericanos respecto de la educación como vehículo privilegiado de movilidad social. Porque junto a los requerimientos de mejor salud, más vivienda, más seguridad y otros, la exigencia por educación de calidad se ha instalado en la ciudadanía”.

Abordar esta dualidad de la demanda por educación supone, como condición indispensable, sistemas educativos cuyo corazón es lo público, detalló. “En este punto los datos también son muy decidores: los países que encabezan las mediciones de desarrollo humano tienen todos sistemas educativos públicos, tanto en el nivel escolar como en el superior”.

Detalló que en nuestro país “las decisiones de políticas que hemos ido adoptando están guiadas, por tanto, por la necesidad de poner en marcha transformaciones en la estructura del sistema, desde la educación inicial o preescolar hasta el nivel terciario, pasando obviamente por la educación escolar ¿Qué estamos haciendo? En primer lugar, estamos ampliando exponencialmente la oferta institucional para estimular el desarrollo infantil temprano, incrementando el número de centros de lactantes y preescolares a lo largo de Chile”.

Añadió que “en segundo lugar, estamos generando mayor inclusión en la educación general y reforzando, dentro de ella, el rol público. Estamos, por lo pronto, eliminando la selección y el lucro en la provisión de servicios educativos realizada por privados, de manera que los recursos que el Estado entrega a establecimientos no públicos se destinen íntegramente a fines educativos y no refuercen las discriminaciones. Y, paralelamente, estamos impulsando un amplio programa de fortalecimiento de la educación general pública, generando importantes mejoras en infraestructura, en recursos educativos –incluyendo Tecnologías de la Información de manera especial– y generando mejoras para la profesión y carrera docente”.
En tercer término, explicó que “estamos enfrentando una de las demandas más extendidas en la sociedad chilena, que es instaurar un sistema universitario y de educación superior gratuito. Esto implica un proceso gradual hacia la gratuidad universal, que comenzará el 2016, por quienes más lo necesitan, es decir, el 50 por ciento de los estudiantes más vulnerables”.

Además de las reformas detalladas, la máxima autoridad nacional dijo que “estamos impulsando una amplia agenda pro transparencia y anti corrupción”.
Al concluir su discurso, subrayó que “se trata de una agenda ambiciosa, pero imprescindible e impostergable: porque Chile necesita emprender reformas, necesitamos una clase política legitimada que las conduzca. La probidad y la transparencia son las mejores aliadas de los cambios”.